La acción ¿A dónde? no sólo nos habla de la incertidumbre de la realidad física donde tiene lugar el acontecimiento sino también de la intercomunicación que se establece entre yo, tú y el otro. Aymerich sitúa este juego en la frontera entre la imposición del dominio y la necesidad de ayuda, metáfora de la lucha del día a día, es decir, del esfuerzo que supone sobrevivir.

Las formas de los cuerpos que mantienen un diálogo, se disipan por la presencia cotidiana del humo en el cual se proyectan al mismo tiempo los rostros del público y el cuerpo del artista grabado invertidos. Esta superposición de cuerpos de imágenes, a tiempo real y en diferido, hace que las identidades físicas absolutas desaparezcan y creen una nueva realidad en la que la simbiosis que generan hace difícil reconocer cada una de las partes ya que únicamente se pueden intuir referentes subliminales o las sombras de lo que está sucediendo.

Pep Aymeric necesita buscar una interacción más directa con el público y la provoca a través de un contacto más personalizado con cada uno de los participantes en la acción. Concibe el término del mundo como una globalidad relacionada con unos lazos más profundos que la simple expectación y la formaliza a través de un contacto más directo.